Carlos Zayas Mariátegui

Activista ecologista

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Nací en 1933 en la casa de mis abuelos los Marqueses de Zayas, en Porto Pí en Palma, aunque viví una gran parte de mi vida con mis padres en Madrid. 

Mis abuelos habían reconstruido la casa de Can Ribera en Biniaraix y allí pasé varios años de pequeño durante la Guerra Civil, junto con otros nietos de los Marqueses.  Mis abuelos tenían varias propiedades en la isla, entre ellas Son Torrella, la finca más alta de Mallorca. Me acuerdo recorriendo la finca de Can Ribera con mis primos, parecíamos cabras salvajes totalmente integradas en la naturaleza. Me acuerdo también subiendo a pie el Barranc de Biniaraix para llegar a Son Torrella y pasar allí la noche. Todavía no existía la carretera Ma10. 

Probablemente en este tiempo surgió mi amor profundo por la naturaleza, la montaña, por los árboles y sobre todo por la Serra de Tramuntana. Nunca dejé de visitar Sóller y Biniaraix hasta que en 1984 decidí comprar una casa en Biniaraix con vistas de Can Ribera y de aquellas maravillosas montañas que tanto admiro. Así pasaba todos los veranos en Binaraix con mi mujer y mis hijos y en 1994 nos instalamos definitivamente en Mallorca. 

A mí el valle de Sóller siempre me ha parecido el sitio más bello del Mediterráneo. Mi llegada definitiva en 1994 coincidió con la jubilación del amo de Son Torrella que había tenido una explotación de ovejas y cerdos en la finca. Vi la oportunidad de encargarme de la finca, que por aquél entonces la había heredado mi hermana Inmaculada. 

Yo era un ecologista convencido pero no tenía experiencia práctica. Participaba activamente en Madrid en la asociación ecologista Amigos de la Tierra y había participado en algunas jornadas de reforestación en la Península. 

Mi instalación en Mallorca coincidió también con la reforma de la Política Agraria Común de la Unión Europea, que estableció una original nueva línea de subvención orientada a reforestar con especies autóctonas, pero con la condición de cesar la actividad agraria o ganadera. Como la finca estaba disponible y sus características y circunstancias se ajustaban exactamente a las condiciones requeridas, decidí ponerme manos a la obra junto con Amics de la Terra Mallorca. Así fue que durante los 13 años siguientes llegamos a plantar 60.000 árboles, mayoritariamente pinos y encinas, en un área de 70 hectáreas, de las cuales sobreviven hoy al menos 35.000. 

No ha sido tarea fácil y la lucha contra las cabras salvajes ha sido constante. Afortunadamente desde el principio había decidido levantar una extensa cerca de exclusión de 1,5 metros de altura para aislar las áreas reforestadas de las cabras. Sin duda es la reforestación privada más importante llevada a cabo en las Islas y con más éxito. 

En los últimos años, sigo subiendo semanalmente a la finca para recorrerla y asegurarme que está todo en orden. También sigo participando en actividades en la finca a través de Amics de la  Terra, que tiene un acuerdo de Custodia del Territorio con mi hermana Inmaculada. Hacemos diversas actividades con el voluntariado de la asociación, entre ellas el mantenimiento de las zonas reforestadas. 

Hace poco, el responsable de la empresa que llevaba a cabo una poda en estas zonas como parte del mantenimiento me dijo: “Aquí estamos, a podar el bosque de Carlos Zayas”. Para mí fue una gran alegría escuchar “el bosque de Carlos Zayas”, porque esto es lo que realmente he querido hacer: un bosque.